martes, 28 de febrero de 2017

Ne me quitte Pas o en busca del silencio perdido

Crítica de Liuba CidDirectora Teatral y dramaturga
(Madrid. 28/06/2015)
Evelyn Viamonte y Alberto Menéndez crean un espectáculo conmovedor en el que la palabra y el movimiento urden en la memoria fósil de un país imaginado. Un país no encontrado en las coordenadas del satélite ni en el mapa tradicional, porque es tan solo un recuerdo en forma de hilo, que va tejiendo en silencio su tela sobre la escena.


El relato está creado, por un lado, a partir de los cuentos de Legna Rodríguez: “La mujer que compró el mundo” y “Ne me quitte pas”, ambos del libro Ne me quitte pas, Premio Calendario de Narrativa de 2009, y por otro, de textos escogidos de la pieza teatral “Ignacio y María” de la cubana Nara Mansur. La escena discontinua y la fuerza narrativa de la pieza, componen un cuadro intenso, desgarrador, irónico y convincente que se acerca a la realidad del exilio rompiendo con los arquetipos de siempre, evadiendo la sobreactuación y la simplificación del fenómeno. Lo material, aquello que podría dibujar el episodio del desarraigo y la pérdida de identidad, se expresa en Ne me quitte pas de un modo mucho más abstracto y simbólico, alejado de los convencionalismos habituales. Viamonte y Menéndez, exploran en la abstracción del cuerpo hecho metáfora, ampliado y desplazado, asumiendo con firmeza las consecuencias de un viaje sin retorno porque cualquier tiempo pasado fue…
La reflexión queda abierta a los espectadores, los encuentros y desencuentros de estos dos seres que se buscan en lo eterno y esencial de la existencia, en la vejez y en la juventud, en el dolor y la felicidad, no evitan la antropofagia cada vez que se someten al recuerdo. Y he aquí la “Puesta en valor” del trabajo escénico, reemplazar la estructura formal del texto por un ejercicio individual, emocional e introspectivo, que involucra al espectador en una realidad de dos dimensiones: la soñada y la representada.

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